*En el video encontrarás mi narración de la siguiente historia, traducida y adaptada por mi*
Todo comenzó el día de mi sexto cumpleaños, hace unos cuantos años. Habíamos comido pasteles, pizzas y jugado a videojuegos durante horas, lo que se conoce como una típica fiesta de cumpleaños. Por aquel entonces yo vivía con mi madre y su novio, Steve. Entre los dos me regalaron uno de esos parques o set de juegos “Fisher Price”, esos que miden 1 metro de alto y tienen un pequeño tobogán (lo suficientemente pequeño como para entrar en mi habitación). Yo estaba encantado con ese regalo puesto que era exactamente lo que había pedido. Una vez montado lo pusimos frente a mi cama, junto a la puerta.
Antes de comenzar con la parte actual de la historia he de explicar el trasfondo de la casa donde vivía, o al menos lo que sé sobre ella. Para empezar, era una vieja casa azul de la época colonial. Era similar a cualquiera de las otras casas del vecindario, y desde que Steve fue ascendido en el trabajo comenzaron a haber reformas en ella mientras vivíamos allí.
Mi madre me metió en la cama después de la fiesta, sobre las 9 de la noche, un poco más tarde de lo normal. Recuerdo haberme despertado más de una vez aquella noche porque estaba muy ansioso por jugar con el set de juegos a la mañana siguiente, ya que había pasado las últimas horas ensamblando las piezas. Una de las veces que me desperté recuerdo haber dirigido la mirada hacia el set de juegos, y haber visto dos sombras, un chico y una chica. Ellos me miraban mientras hablaban entre sí. Intenté no asustarme pensando que simplemente sería mi imaginación, así que intenté tranquilizarme y volver a conciliar el sueño.
Mi cumpleaños cae en Junio, por lo que no suelo tener que ir a clase el día siguiente, lo que significa que puedo pasar todo el día jugando con mis amigos. No recordé nada de lo que había pasado con las sombras hasta la noche siguiente. Normalmente me voy a dormir a las 8 y como mi madre es muy estricta en lo que se refiere a horarios, me cepillé los dientes, me puse el pijama y me metí en la cama a tiempo. Estaba acostado en la cama cuando comencé a tener la sensación de estar siendo observado. Me levanté y miré a la pared entre la puerta y el set de juegos, y las sombras estaban allí, otra vez. Esta vez intenté prestar más atención mientras observaba. El chico parecía estar hablando pero no podía escucharle. Llamé a mi madre a gritos y ella llegó enseguida, encendiendo la luz repentinamente. Justo en ese momento las sombras desaparecieron. Esa noche a pesar del enfado de mi madre, dormí en su cama.
Desde entonces y cada noche que miraba hacia la pared, las sombras estaban allí. Cada vez que aparecían llamaba a mi madre, una y otra vez. Durante ese tiempo mi madre y Steve no paraban de discutir, no sabía exactamente porque. Además de eso la casa estaba a mitad reformar y siempre había algún obrero trabajando en ella, por lo que lo único que quería era ir a la escuela con tal de no estar allí. Odiaba pasar más de un minuto en aquella casa, así que iba a visitar a mi abuela en cuanto surgía la ocasión.
Las sombras volvían a aparecer todas las noches y cada noche mi madre volvía a venir. Le pedí a que dejara la luz del pasillo encendida por la noche, suponiendo que eso espantaría a las sombras. Ella aceptó, pero eso tampoco sirvió para nada. Las sombras seguían allí. Todo siguió igual, hasta que una noche algo cambió.
Antes de comenzar con la parte actual de la historia he de explicar el trasfondo de la casa donde vivía, o al menos lo que sé sobre ella. Para empezar, era una vieja casa azul de la época colonial. Era similar a cualquiera de las otras casas del vecindario, y desde que Steve fue ascendido en el trabajo comenzaron a haber reformas en ella mientras vivíamos allí.
Mi madre me metió en la cama después de la fiesta, sobre las 9 de la noche, un poco más tarde de lo normal. Recuerdo haberme despertado más de una vez aquella noche porque estaba muy ansioso por jugar con el set de juegos a la mañana siguiente, ya que había pasado las últimas horas ensamblando las piezas. Una de las veces que me desperté recuerdo haber dirigido la mirada hacia el set de juegos, y haber visto dos sombras, un chico y una chica. Ellos me miraban mientras hablaban entre sí. Intenté no asustarme pensando que simplemente sería mi imaginación, así que intenté tranquilizarme y volver a conciliar el sueño.
Mi cumpleaños cae en Junio, por lo que no suelo tener que ir a clase el día siguiente, lo que significa que puedo pasar todo el día jugando con mis amigos. No recordé nada de lo que había pasado con las sombras hasta la noche siguiente. Normalmente me voy a dormir a las 8 y como mi madre es muy estricta en lo que se refiere a horarios, me cepillé los dientes, me puse el pijama y me metí en la cama a tiempo. Estaba acostado en la cama cuando comencé a tener la sensación de estar siendo observado. Me levanté y miré a la pared entre la puerta y el set de juegos, y las sombras estaban allí, otra vez. Esta vez intenté prestar más atención mientras observaba. El chico parecía estar hablando pero no podía escucharle. Llamé a mi madre a gritos y ella llegó enseguida, encendiendo la luz repentinamente. Justo en ese momento las sombras desaparecieron. Esa noche a pesar del enfado de mi madre, dormí en su cama.
Desde entonces y cada noche que miraba hacia la pared, las sombras estaban allí. Cada vez que aparecían llamaba a mi madre, una y otra vez. Durante ese tiempo mi madre y Steve no paraban de discutir, no sabía exactamente porque. Además de eso la casa estaba a mitad reformar y siempre había algún obrero trabajando en ella, por lo que lo único que quería era ir a la escuela con tal de no estar allí. Odiaba pasar más de un minuto en aquella casa, así que iba a visitar a mi abuela en cuanto surgía la ocasión.
Las sombras volvían a aparecer todas las noches y cada noche mi madre volvía a venir. Le pedí a que dejara la luz del pasillo encendida por la noche, suponiendo que eso espantaría a las sombras. Ella aceptó, pero eso tampoco sirvió para nada. Las sombras seguían allí. Todo siguió igual, hasta que una noche algo cambió.
Mientras estaba en la cama pasó algo distinto. Esa noche había decidido que no iba a despertar a mi madre; decidí que iba a ser lo suficientemente valiente como para pasar a través de las sombras e ir yo mismo. Me levanté de la cama y con los ojos cerrados, tomé todo el aire que pude y corrí hacia las sombras, pasando a través de ellas. Cuando volví a abrir los ojos estaba al otro lado del pasillo. Ya no había nada allí.
Después de haber atravesado las sombras decidí que no tenía nada más que hacer despierto, así que con una enorme sonrisa me fui a la cama. La siguiente cosa que recuerdo es estar sentado en el salón esa misma noche, viendo la tele. Estaba rodeado de materiales de construcción, sentado encima del plástico del sofá, y tenía la mirada fija en la estática de la televisión. Recuerdo esto como una experiencia fuera de mi cuerpo, como si estuviese observando la situación desde fuera.
La otra cosa que recuerdo, es estar en la ventana de mi habitación mirando hacía el camino de entrada. Nuevamente era de noche, y mi madre se había reunido con una amiga llamada Dee. Escuché decir a Dee que habían dos espíritus de un chico y una chica en la casa, pero que ellos no eran el problema. El problema era una tercera entidad, oscura y malvada, que estaba en mi casa, y que me quería a mí. Cuando Dee entró a casa con mi madre, escuché unos cuantos golpes y ruidos en el piso de abajo pero no les presté atención así que me fui a dormir.
Cuando me desperté estaba en casa de mi abuela, y habían pasado dos meses desde aquella noche.
No fue hasta los dieciséis años, después de tener vagos recuerdos de esa época, que le explique a mi madre lo que recordaba, y le pedí una explicación. Una vez que se lo conté, mi madre me miró, confundida. Cuando le expliqué la parte de Dee, me dijo que esa noche yo no estaba en la casa, si no que me había llevado a casa de mi abuela. Después de esto, me contó toda la historia.
Desde que nos habíamos mudado a esa casa, yo me encontraba cada vez más distante de mi madre, hasta que una noche y sin previó aviso, me desmayé en la mesa. Como mi madre es una persona con un gran respeto a lo sobrenatural, llamó a Dee, quien era conocida en la ciudad como una psíquica. Dee le dijo a mi madre que me sacase inmediatamente de la casa, así que me llevó con mi abuela y una vez que me dejó con ella, volvió allí para reunirse con Dee. Yo no estaba en casa en ese momento, pero de alguna manera pude escuchar y ver la conversación que tuvo con Dee en la entrada de casa.
Después de aquello y bajo la recomendación de Dee, mi madre recogió nuestras cosas y nos marchamos de la casa. Nunca hemos vuelto allí, ni creo que jamás volvamos. Hoy, a mis 21 años, he intentado buscar una explicación lógica a todo lo que sucedió, pero no consigo encontrarla. Si los recuerdos que tengo no fuesen tan vívidos, me sería difícil creer la historia, pero puedo asegurar que todo lo que sucedió durante esos meses, fue completamente real.
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